Shirley, 35 años en el negocio del trabajo sexual, madre de Verónica y Sabina. Setiembre 2013.
“Yo tengo 52 años y hace mas de 35 años entrecortados que ando en esto. Me obligaron a casar, mi vieja me obligó con un tipo que después me pegaba, me lastimó, todo para que yo trabajara y le diera la plata a él. Y ahí fue cuando fui conociendo la vida, siendo una gurisa, después pensé ¿cómo trabajando para un hombre? ¡No! Me quedo sola y trabajo para mi hijo. Yo no tuve apoyo nunca de mi mamá. Nunca. Entonces era como que a esas niñas las dejé que se me escaparan de las manos. No las manoteé a tiempo. Yo nunca pensé, nunca quise que mis hijas terminaran como yo. Las llamaron las tres Marías. Siempre unidas estaban en todos lados. Elegiría otra vida de ojos cerrados, no es fácil”.